Tengo un deseo inconfesable
de matar a mi jefe a sable.
Nunca seré una asesina
como mi amiga Adelina.
Así que a mi jefe aguantaré
y no lo mataré.
Entre la yerba del prado
nunca un polvo he echado,
pero debe dar gustirrinín
si pisas una mierderín.
Me despido con orgullo,
me voy con lo mío a otra parte,
no olvides después de mojar, secarte.
lunes, 24 de septiembre de 2012
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