¿Qué quieres? Entre los picoles de coño que padezco, mi afición a meterme los dedos en el culo y mi poca higiene (tanto la íntima, como la pública), lo normal es que tuviera negro hasta los codos. Así que date con un canto en los dientes y circuncídate el capullo que, para que lo sepas, ya no quiero un hijo tuyo...
Reconozco que podría odiarte más, pero soy más puta que las gallinas y más guarra que el alcanfor.
¡VETE A LA MIERDA MERDELLÓN!
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