No pocos fueron los años que compartimos.
Siempre estuviste a mi lado, en la bonanza y en la adversidad.
Fueran cuales fueran las circunstancias siempre te creciste.
Sufristes cortes de los que te recuperaste con fuerzas renovadas.
Me diste abrigo.
Contribuistes a mejorar mi imagen.
No perdiste tu color, como otros que si lo hicieron en detrimento de mi juventud.
Cuando los demás me fueron avandonando tu permaneciste en solitario ocupando tu puesto heroicamente, alejado de los más retrasados..
En tus últimos días incluso pareciste recuperar fuerzas y te retorciste en gracil rizo, resistiéndote incluso al direccionamiento comunitario.
Cuando me desperté aquella mañana y no te encontré, me temí lo peor. Esperé durante varios dias y terminaron confirmándose las peores sospechas...
¡OH, DIOS MÍO!
¡TENGO QUE DEJAR DE PONERLE NOMBRE A LOS PELOS DE LA CABEZA!
Pero es que me estoy quedando calvorota perdido y a los poquitos que me van quedando....¿cómo no amarlos?
Tienes un problema con tu pelo, amigo, tienes que aceptarlo y meterle un buen viaje con la máquina al 0. Olvidate de él, te pones una patillas chulas y a caminar. como peluquero soy un experto en reconcicliar a los semicalvos o calvos incipientes con su futura calva.
ResponderEliminarHazlo y verás el cielo más azúl, la hierba más verde, y la mierda más marrón. Te lo dice el peluquero-terapetuta loco de Montevil
ResponderEliminar¡Jaaaaviiiii!
ResponderEliminarTranquilo amigo, lo llevo muy bien.
Muy bueno lo de la mierda más marrón.
Un abrazo pelupeuta-teraquero loco de Montevil.