sábado, 18 de febrero de 2012

BEBEERO DE PATOS...

Mi novio, cuando me come el coño, gusta al final de mojar pan.
La consecuencia directa de tal ejercicio culinario es que se me llena el ojo del culo de mijillas de pan, cosa que no hace falta que les explique lo incomodísimo que puede resultar ser.
Para el desmijillado del orificio anal y sus alrededores no existe método más eficaz que subirse a la azotéa y ofrecer los bajos al aire y en pose patiabierta dorsal (con el ojo negro mirando hacia el cielo) a las bandadas de palomas y gorrioncillos que pueblan los cielos urbanos.
Además de proceder a la total desaparición de todo resto de pan, estas aves suelen incluso proferir un completo depilado de la zona, a la par del oportuno arranque de cancanillas fecales periféricas.
En esta pose y situación no suelo poder evitar el jocoso y desternillante ejercicio de tirarme un peazo pedo y provocar el asustose de toda la bandada de pajaracos, que es que a veces me he llegado a cagar y todo de la risa.
La última vez me entró tal ataque de risa que no podía ni moverme, momento que aprovechó el dóberman de 52 kilos de peso del vecino del cuarto, que andaba escapado y fue a parar a la azotéa en busca de sexo fácil. El negro can, con el dominio del más experto de los arieteadores de castillos del medievo, me la clavó sin anestesia, ni cremita, ni ná de ná. Yo creo que hasta me metió un gorrión y todo para dentro.
Total, que llevo cuatro días que cuando cago, me salen plumillas, y no les digo nada de cuando me tiro un pedo, que parece que he hecho explotar el edredón...
Voy a ver qué fotillo les pongo yo ahora para ilustrar esta sección...

Estas son las palomas:
 Este es el dóberman:

Y esto es cómo me ha quedado el ojete:

!A que no ven restos de pan, ni de cancanillas, ni de pelos...!

1 comentario:

  1. Impresiona el humo que sale del agujero. Es como si hubiera pasado algo realmente tremendo por ahí dentro, desde luego. Da miedo.

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