Por defecto, tendemos a acojonarnos de todo aquello que desconocemos.
En no teniendo ni puta idea de lo que hay después de la muerte y sabiendo que ni lo sabemos, ni lo vamos a saber nunca, más miedo que nos da.
Pero ¿cuántas cosas habrá que no sabemos? Y de esas cosas ¿cuántas hay que no sabemos que no sabemos?
En tanto no sepamos que no las sabemos, no las temeremos.
Y ahora vayan y búsquense una religión que les vacíe los bolsillos...
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