No tienes el mínimo de sensibilidad que hay que tener para saber distinguir entre unas bragas limpias y un pañuelo mojado en aceite de oliva virgen.
La virginidad se perdió el día que te dejaste el bolso en el aeropuerto con la paga
del domingo para condones.
Tus amores me han hecho perder más pelos del coño que de la cabeza.
No me nombres a tu muñequito estando aun de cuerpo presente
en ambigú francés que me regalaste en mayo.
Enrebábame las chirlatas sobrantes de mi aseo íntimo anual
con lengua de fiesta ibicenca.
Esta soy yo y nadie más deja los platos tan sucios como yo después de tintarme los pelos de alrededor del ojo del culo.
En verano, si eres mujer y trabajas, se te encharcan las brajas.
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