sábado, 2 de enero de 2010

Abondiguillas blancas.


Para mal gusto el que tiene mi prima en Navidades y demás fiestas de final y principio de año.
Como colofón de todo este derroche de grasas, dulces, chocolates, alcoholes y follonesteos, mi prima termina cojiendo todos los gorritos de navidad, unos diez o doce que consigue acumular cada año, cuyas bolitas terminales o pompones se los mete por el culo a su perro mastín, que como consecuencia de devorar todo lo que cae debajo de los manteles, acumula un tapón intestinal de cojones, que no hace sino impedir la salida a unas diarréas salsosas color marrón claro de varios litros con amenos tropezones, claro.
Esta hábil maniobra da como resultado el desatoro anal del perrito, seguido de la absorción del caldo diarreico por parte de las bolitas con lo que le quedan listas unas aparentes albóndigas, que no duda en servir a su amada suegra para después de abrir los regalos el día de Reyes.
¡Pero qué assssssco más grande!

1 comentario: