viernes, 17 de septiembre de 2010

ATARDECER EN SOMOSIERRAS.

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Ayer confundí la velocidad con el tocino y le eché al cocido el cuentakilómetros de la moto.
De sabor, sin problemas, imperceptible.
De gases, los habituales de los garbanzos de sobaco.
En general, bien.

Ahora tan solo queda ver a quién le habrá de tocar tener que cagar la aguja del velocímetro.



P.D.: lo que más me ha gustado de todo esto ha sido la secuencia verbal  "habrá - de - tocar - tener - -que - cagar". ¡Es bárbara!
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1 comentario:

  1. Yo suelo confundir concesionarios con confesionarios, y terminó pidiéndole un Ferrari al cura del pueblo.

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