jueves, 3 de febrero de 2011

PELUQUERÍA DE CABALLEROS.

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Con motivo de una notificación del juzgado, por la que se me trasladaba la sentencia del juicio, en el que me vi involucrado, a raiz de una patada en los huevos que le dí al perro de la vecina, cuando se estaba beneficiando, por tercera vez, a mi maceta de petunias (se la metía por el agujerito de drenaje el muy ruin) decidí ir a la peluquería de caballeros de la acera de enfrente de donde trabajo para apelar dicha sentencia en la que se me condenaba a recolocarle los huevos en su sitio.

En la peluquería me aclararon que allí no podían hacer nada por mí, ya que allí solo me podían pelar, cuando lo que yo necesitaba era apelar.

Que me fijara bien en el rótulo de la fachada que decía Peluquería y no Apeluquería.

Me quedo claro y tal y decidí cambiar de tribu y tal. ¿Lo pillan esto último? Tribunal / Tributal... (joé qué malo...)

Para arreglar esto bastaría con poner ahora la foto de una voluptuosa fémina conveniéntemente escotada, pero mi catequista me ha dicho que cambie de rumbo en relación a las fotos que vengo subiendo últimamente.

1 comentario:

  1. Me consta que yo tampoco he sido el primero en ir a una droguería a por droga. Es que los nombrecitos engañan.

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